diana
LAS ONCES BOGOTANAS

Clemencia, amiga querida,
es cachaca ,bien hablada,
juiciosa , muy comedida
y en español muy versada.

En todo su trasegar
por la charla compartida,
convino en averiguar,
una cosa no sabida.

Cómo las onces llegaron
a nuestra mesa servida
y en costumbre se quedaron,
para siempre, de por vida.

Según encontró en lecturas
sobre el tema que contó,
la culpa la tuvo un cura
que de tragos se pasó.

El frío llevó a los padres
a probar el aguardiente
y en vez de pedir directo,
”un once” fue lo correcto.

El motivo de este nombre
se debió a las once letras
que el aguardiente tenía
y que a nombrarlo temía.

De ahí nacieron “las onces”
como vocablo y concepto
y en costumbre bogotana
ya por siempre se aceptó.

Hoy las onces se convidan,
En refresco, a media tarde,
con queso, pan, mantecadas
y galletas indicadas.

Pero en este gran convite,
es preciso recordar
a quién entonces invite,
que no se vaya a olvidar.



Que el cachaco bogotano,
siempre suele recibir,
al comensal como hermano,
y su pan da a compartir.

Nuestras onces bogotanas,
por eso se quedarán
y como costumbres sanas
ya siempre perdurarán.
2 Responses
  1. Unknown Says:

    Mí querida Diana:
    Abrir tu blog, que hace tiempo no leía, me sorprende, me emociona, me agrada y entretiene. Tu sentir poético y literario te hace feliz y haces feliz a los demás. Los efectos del alma son retrospectivos en tus versos festivos, pintados con gracia y salero. Tocas, acaricias y describes ese mundo que nos toco vivir como bogotanas de Bogotá, llamadas rolas o cachacas.
    Hay que darle gracias a Dios por tu talento y al inglés Tim Berners, quien invento y protege la www. Telaraña tan grande como todo el mundo, para poder difundir y gozar de tus escritos. Tu poesía se había mantenido en un círculo íntimo de tu alma apasionada y sencilla.
    Si vas a la cocina te enseñoreas con las aromáticas, el ajo, el canasto, la cuchara de palo, el café. Y que decir del chocolate con el molinillo y el chorote para seguir con decenas de situaciones cotidianas vueltas poemas. Esta poesía costumbrista la sustentas y aliñas con sabor a patria intensamente añorada y querida. Leyendo “Nostalgias de Chapinero” en donde dices del “deleite de asistir al Teatro parroquial, Divino Salvador, donde todos los asistentes éramos conocidos y podíamos gozar de absoluta tranquilidad” te recuerdo que el teatro se llamaba Santa Fe.
    Me hiciste vivir la experiencia de mi primer matinal en compañía de mi hermano Felipe, mayor de mi dos años. Vimos la película. “Bill y Coo”. La historia de los pájaros y pajaritos, que viven en una ciudad ficticia pacífica. Un cuervo, el malo, llega como la Amenaza Negra. Este aterroriza la ciudad. El héroe es Bill, un lorito que encuentra a su pareja. Pasan muchas aventuras defiende a su enamorada al igual que a su ciudad. Recuerdo que salí llorando y que mi hermanito se burlo de mi. Ahora el llora porque murió la perrita de su casa.

    Un abrazo kilométrico,
    Clemencia Murcia


  2. Anónimo Says:

    me encanta esta poesia escrita a habito tan tradicional en bogota como ir a tomar oncesitas....mas interesante aun que el origen de la historia es como la recreas con tus palabras.marce